La vida es una secuencia de buenas circunstancias y otras no tan buenas.
Nadie puede garantizar que en su vida nunca se van a presentar situaciones de gran dificultad.
Ser una persona de Fe implica ser misericordioso.
La misericordia es ayudar a quienes lo necesitan porque están viviendo situaciones críticas, sabiendo que ellos no tendrán cómo pagar nuestra ayuda.
Los actos de misericordia son encuentros con Dios.
Cuando nos entregamos voluntariamente a la ayuda de los más vulnerables, estamos viviendo nuestra Fe.
Para ser misericordiosos no podemos hacernos los desentendidos respecto a las situaciones de los demás.
Para aplicar la misericordia es importante ver a quienes están sufriendo, acercarnos para extenderle nuestra mano y ayudarles, teniendo compasión de su situación.
La misericordia se provee de múltiples formas, y todos tenemos algo que dar a quien lo necesita, más allá de nuestras propias circunstancias.
Hacer misericordia es escuchar, abrazar, sostener, cuidar, alimentar, vestir, educar, formar, facilitar, donar, acompañar, cargar, curar, motivar, limpiar, entre muchas otras formas de ayudar a nuestro prójimo.
La misericordia no son palabras, son acciones.
La misericordia es una de las formas más puras del amor.
La misericordia es perdonar y tener piedad.
Quien es misericordioso se compadece de las dificultades de los demás sintiendo el dolor del otro como suyo.
Es muy triste cuando observamos actitudes de indolencia en las personas, sin importarles el dolor de los que le rodean, más aún cuando esa indolencia viene de los que se autodenominan líderes ocupando posiciones de poder.
La misericordia implica que en las situaciones más críticas de los más vulnerables, carguemos su carga por un momento y les demos comida, vestido y un techo donde puedan descansar para recuperar sus fuerzas, su autoestima y hasta su dignidad.
Cuando vemos a una persona vulnerable, Dios nos está hablando para decirnos, te presento a un hermano para que seas solidario.
Muchas veces acumulamos cosas que realmente no necesitamos, que son superfluas, o diariamente malgastamos recursos de todo tipo, desde la comida hasta el agua, la electricidad, la ropa, el calzado, los libros, el dinero, el tiempo, las medicinas y muchas más, que podríamos proveer a otros que tienen verdaderas necesidades.
No seamos egoístas por omisión.
Lo que tal vez sea hoy insignificante para nosotros, mañana puede ser lo que nos mantenga con vida, por eso, seamos misericordiosos hoy con lo poco o mucho que podamos proveer a los más vulnerables, porque estaremos asi llevando a la acción nuestra Fe y eso será el ejemplo para que muchos también lo hagan, y así tal vez nosotros recibamos misericordia cuando más adelante también la necesitemos.
Señor, gracias por el privilegio de vivir y tener lo necesario para subsistir. Hoy te pedimos por los más vulnerables para que puedan superar sus situaciones difíciles, y para que podamos ser misericordiosos y extender nuestra ayuda y nuestro amor a quienes más lo necesitan.
Que Dios nos bendiga a todos.