Muchas veces nos enfrentamos a sentimientos de miedo y desesperanza que nos acorralan y nos hacen pensar que no seremos capaces de salir adelante y que todo está perdido.
Si estamos en una situación parecida, es importante que sepamos que la justicia de Dios siempre se hace presente, por lo que ya no debemos tener miedo, sino seguir dando la batalla y continuar echando hacia adelante.
Los seres humanos a veces nos aferramos a cosas que nos afectan mucho cuando ya no las tenemos, desde el dinero hasta una relación personal, entre muchos otros aspectos, perdiendo así las esperanzas e inclusive las ganas de vivir.
Quien cree, no debe tener miedo, sino por el contrario, vivir con ánimo sabiendo que Dios está presente para ayudarnos cuando más lo necesitamos.
Otra situación que se nos presenta en nuestro día a día es la discriminación, de todos los tipos posibles, los jóvenes discriminan a los viejos, los viejos a los jóvenes, los de clase alta a los de clase baja y lo de clase baja a los de alta, los bonitos a los feos, los flacos a los gordos, los intelectuales a los que menos conocen, los de una religión a los de otras religiones, los de una ideología a los que no creen en ella, y así, muchos, muchos otros casos.
Nunca debemos discriminar en cualquiera de sus formas posibles, no somos nadie para pensar que somos mejores que otros, lo que si debemos hacer es invitar a todos a ser menos discriminativos en nombre de la Fe.
Quien cree no discrimina. Quien cree es incluyente y entrega su vida ayudando a todos por igual sin mirar a quien.
Para poder hablar, hay que escuchar. En la vida aprendemos a hablar en base a lo que escuchamos. Es por esto que es importante reflexionar acerca de nuestra capacidad de escuchar.
Muchos de nosotros somos más proclives a hablar pero no somos buenos escuchando. Es por eso que existen tantos problemas en las relaciones humanas. Porque no escuchamos con atención a los demás para poder comprender lo que nos quieren decir.
Es importante escuchar bien poniendo atención a lo que los demás nos dicen. Sobre todo en lo relacionado a las enseñanzas que nos permiten crecer como personas.
Muchas veces no sanamos nuestra mente, cuerpo y espíritu porque no sabemos o no queremos escuchar bien. No nos dejamos guiar para la acción de Dios. Escuchar no es solo escuchar con los oídos sino también con el espíritu y el corazón.
El no escuchar bien genera múltiples problemas de comunicación.
Existen diversas causas que provocan los problemas de comunicación y que demuestran que no sabemos escuchar.
Lo primero es que nos gusta interrumpir al que está hablando, interrumpiendo lo que dice para indicarle que ya asumimos lo que nos iba a decir, adivinando sin escuchar, cuando en realidad puede que no tengamos ni idea de lo que esa persona nos iba a decir. Dejemos de creer que lo sabemos todo y no interrumpamos a los demás hasta escuchar bien.
En segundo lugar, para aprender a escuchar debemos aprender a entender. Es importante estar seguros que entendimos lo que la otra persona nos ha dicho, sin ambigüedades o asunciones, y en el caso de tener dudas preguntar parafraseando lo que nos hayan dicho hasta que nos den la confirmación de lo correcto.
Otro problema de comunicación es cuando no pensamos antes de hablar, dejándonos llevar por la ira o la rabia, diciendo y haciendo cosas de las cuales luego nos arrepentiremos. Para saber escuchar primero hay que aprender a pensar, para medir las consecuencias que traerán las palabras que diremos.
No supongamos las cosas por adelantado. Dejémonos de suposiciones porque los seres humanos no pensamos igual y es muy probable que las otras personas no necesariamente piensen o asuman lo mismo que nosotros. Siempre debemos corroborar la verdad en la comunicación sin prejuzgar o predisponernos a algo sin comprobarlo con una buena comunicación y una buena escucha.
¿Creemos que nos comunicamos bien?
Señor, gracias por el privilegio de aprender a escuchar, hoy necesitamos enfrentar a nuestros miedos y nuestras desesperanzas, aumentando nuestra Fe y teniendo un gran ánimo porque sabemos que tu justicia siempre llegará. Ayúdanos a comunicarnos mejor, sin discriminar, siendo personas más tolerantes y más sabias.
Que Dios nos bendiga a todos…