La Fe solo puede existir cuando hemos tenido un encuentro personal con Dios.
Luego de que nos hemos encontrado con Dios, y descubrimos la Fe, entonces podemos tener vocaciones, o seguir algún camino espiritual.
Al encontrarnos con Dios podemos saber quién es Él y quienes somos nosotros, porque lo hemos experimentado y no porque nos lo han explicado.
Muchos de nosotros no sabemos realmente quienes somos y deambulamos un poco perdidos, sin embargo, al encontrarnos con Dios podemos saber quiénes somos y qué necesitamos para seguir adelante.
Cuando encontramos a Dios, viviendo la experiencia en nuestro corazón, la vida nos cambia, logrando más alegría y felicidad, más esperanza, más sabiduría, más misericordia, piedad y caridad, más inteligencia y conocimiento, más tolerancia y aceptación.
Quien se encuentra con Dios reorienta su vida, descubre su vocación y se pone en marcha para cumplir su misión. Todo encuentro con Él se traduce en un trabajo o tarea para dar nuestro servicio a los demás con amor.
Dios siempre escucha nuestro clamor y nuestras peticiones, luego, nos orienta y nos conduce hacia las labores que permiten realizar nuestra vocación y nuestra misión, que lograremos gracias a la profundidad de nuestra Fe.
Cuando decidimos realizar la vocación y la misión que descubrimos, muchas veces resulta compleja y difícil, sin embargo, la buena noticia es que Dios nos acompaña en cada momento para lograrla en forma exitosa. Si Dios está con nosotros, nadie puede estar contra nosotros.
Toda labor inspirada por Dios es colectiva, no individualista. Se basa en la comunión y el trabajo en equipo con nuestro prójimo, gracias a lo cual logramos el éxito más allá de lo difícil que pueda ser.
Señor, gracias por ayudarnos a experimentar el encuentro contigo. Te pedimos que nos ayudes a descubrir nuestra vocación y nos acompañes a cumplir nuestra misión con amor, éxito y Fe.
Que Dios nos bendiga a todos…