La amistad es una relación maravillosa en la cual tenemos un apego que nos ayuda a solidarizarnos y apoyarnos entre nosotros.
Dios es amistad. No debemos temer a Dios sino ser sus amigos tal y como Él lo es con nosotros, obedeciéndolo y aceptando su amor.
La amistad es como una pequeña planta que si no se cuida ni se riega entonces se seca y muere.
Dios es nuestro Padre y nuestra relación con Él debe ser de amistad y obediencia. Necesitamos recuperar la cercanía con Dios, que no nos quiere como sus siervos o sus esclavos sino como sus amigos.
Ser amigo supone hablar con los amigos. Debemos vivir en un diálogo permanente con Dios hablándole acerca de nosotros y nuestras situaciones. A su vez, debemos presentarle nuestro amigo a los demás amigos.
Ser amigos supone tratar de agradar a nuestros amigos. Debemos agradar a Dios porque Él hace lo posible por agradarnos.
Ser amigo supone tener un compromiso con nuestros amigos, en las buenas y en las malas. Muchas veces las dificultades hacen que perdamos el compromiso con Dios. Debemos saber que si Dios está con nosotros nadie puede estar en contra de nosotros.
Ser amigo supone celebrar con los amigos la alegría de la vida.
La vida no es solo trabajo y productividad sino también es disfrutar del amor que Dios nos da, contemplando y gozando la familia, las cosas sencillas, un atardecer, un juego con los amigos y todo aquello que nos regala cada nuevo día, que no es material y que nos debe llenar de alegría.
Aún lo más grande y exitoso nace con la semilla más pequeña. Vivamos con la sencillez que la semilla de la palabra siembre en nuestro corazón.
Que Dios nos bendiga a todos…