Las únicas guerras que se ganan son las que se evitan.
Hay que ser muy valientes para saber cuándo huir de situaciones que, de continuar, solo nos llevaran a un destino más dañino.
Definitivamente hay batallas en las que no tiene sentido que nos enfrentemos.
Nuestros principios no negociables son los que pueden influir para enfrentar una batalla, sin embargo, debemos reflexionar acerca de lo que representa para nosotros estos principios, para no exagerar viviendo en una constante batalla.
Cuando hablamos de guerras o batallas no nos referimos necesariamente al enfrentamiento entre países o sociedades, sino que esto inicia en las relaciones interpersonales del día a día.
Muchas veces nuestras exigencias en el día a día se convierten en una guerra de pugnas donde unos a otros nos atacamos y nos defendemos sin sentido.
Muchas veces herimos a los que más amamos porque asumimos que ellos entenderán nuestras explosiones producto de las frustraciones que vivimos, porque ya nos conocen, y si reflexionamos al respecto sabremos que esto no tiene ningún sentido.
Otras veces, aún sabiendo lo que le hace daño a los otros, no evitamos que eso suceda aunque dependa de nosotros mismos, con lo que estaremos creando las condiciones para una batalla que podríamos haber evitado.
Para surgir en la vida es fundamental ver las cosas desde distintos puntos de vista, siendo más amplios y tolerantes en nuestro pensamiento.
Recordemos que en la vida debemos aprender a negociar, y la única forma de ganar una negociación es cediendo, es decir, las mejores negociaciones son donde ambas partes ceden para poder ganar.
Es importante no dar peleas en donde no nos estamos jugando la vida, a su vez, no vale la pena pelear batallas que sabemos que vamos a perder, o que sabemos que lo que van a lograr es hacernos peores personas. No tiene sentido entrar en una guerra con alguien con quien nos tendremos que ver todos los días. Por eso es importante aprender a huir de situaciones explosivas.
Para saber huir hay que decir al otro que preferimos retirarnos para no llegar a peores situaciones, explicando por qué no estamos dispuestos a hacernos daño a nosotros ni a los demás, no dejando a los demás esperando y asumiendo que somos peores por no haberlo explicado.
Cuando atacan nuestra libertad, nuestra dignidad, o amenazan nuestra existencia o la de nuestra familia; si es posible huir, lo mejor es hacerlo, de lo contrario solo nos quedará la opción de defendernos.
Una cosa es entrar en una batalla para defenderse y otra es entrar en una batalla para atacar.
Cuando orientemos a los que nos acompañan en el camino, es importante hacerlo desde lo positivo y no desde la represión, aunque existan muchas razones para hacerlo. De la represión solo se sacan malos resultados.
Si sacaste la espada contra tu hermano, aún estás a tiempo para guardarla.
Aprendamos a reconocer nuestros errores que provocaron batallas sin sentido, y pidamos perdón tomando además las acciones para enmendar los daños que hayamos hecho.
Si hay algo que resolver de nuestro pasado, aunque todo aparente que ha sido resuelto, es importante que regresemos y podamos asegurarnos que realmente lo hemos resuelto, curando cualquier herida que haya existido.
Señor, gracias por el privilegio de vivir, gracias por toda la ayuda que nos das cada día. Hoy te pedimos que nos des la sabiduría de saber decidir cuándo y cómo huir de las batallas sin sentido, y cuándo y cómo debemos regresar a curar las heridas que hayamos dejado en el camino.
Que Dios nos bendiga a todos…