Dios toma la iniciativa y nos llama, aunque muchos creemos lo contrario.
Dios nos llama para compartir con nosotros la vida en el amor.
Esto se ve reflejado en toda nuestra historia. Cuando reflexionamos sobre nuestra vida podemos descubrir que Dios ha estado presente cuando más lo hemos necesitado, muchas veces valiéndose de lo menos esperado.
Que bueno sería si revisaramos nuestra historia y descubrieramos esos momentos en los cuales Dios nos ha ayudado.
Sin embago, a pesar de que Dios ha actuado en nuestra historia, muchas veces le hemos dado la espalda y nos hemos olvidado de Él.
Cuando adoramos a las cosas materialistas del mundo nos olvidamos de Él.
Somos libres de creer o no creer en Dios, sin embargo, si decidimos creer en Dios debemos comprometernos con una vida centrada en el amor y en su doctrina, sin que esto signifique que nos sintamos obligados a hacerlo, sino que lo hacemos porque nos nace y lo decidimos alegremente con nuestra propia voluntad.
Debemos liderar con el ejemplo.
Quien vive y practica la palabra de Dios obtiene la felicidad y la plenitud. Somos libres para recibir esta enseñanza por nuestra propia voluntad.
Debemos obedecer a Dios aunque todo apunte a que no lo hagamos.
No es posible obligar a alguien a creer en Dios. Si no hay fascinación por Dios no hay nada. Somos todos necesitados de Dios. Debemos aprender a ser humildes frente al inmenso poder de Dios.
Quien cree en Dios no muere para siempre sino que pasa a una nueva condición.
Que Dios nos bendiga a todos…