Nosotros nacemos y no conocemos a Dios sino hasta cuando nos lo presentan. Luego la pregunta es ¿Hasta dónde lo conocemos, y bajo qué circunstancias lo aceptamos?.
Hay quien dice que Dios es producto de nuestras supersticiones mágicas heredadas. Cada quien es libre de interpretar las cosas como quiera. La Fe en Dios no se le impone a nadie, sino que es el ejercicio de libertad más amplio que existe.
Para aceptar la Fe en Dios debemos estar preparados a desprendernos de cosas exteriores e interiores.
No es posible disfrutar lo maravilloso de tener Fe en Dios y seguir la doctrina de Cristo si anteponemos razonamientos mentales. Aunque existan referencias que la reafirman por miles de años.
La Fe en Dios está por encima de la razón y sale de nuestro corazón. Es amor puro y simple. Que nos permite seguir un camino en nuestra vida bajo condiciones que, de otra forma se verían como sacrificios, pero para quien las entiende son justas e importantes.
Aún para las “Ciencias Exactas” hay que tener Fe en muchas cosas, porque cada uno no ha comprobado “todo” lo que los demás dicen, que conforman las bases teóricas de dicha ciencia, y que aceptan asumiendo que son demostrables, porque por “lógica” se pueden demostrar ya que otros “expertos” lo han declarado así.
Lo que hace crecer la Ciencia es la Fe en que los fundamentos básicos expuestos por los expertos, que dicen ser demostrables, son ciertos, y de allí se pueden construir y crear más y mejores cosas.
En la Fe en Dios pasa lo mismo, aceptamos en nuestra razón lo que millones de personas han dicho y creído por miles de años, con su bibliografía respectiva, sin embargo eso no es lo más importante, sino lo que podemos construir para crecer espiritualmente con lo que llena nuestro corazón y que define nuestros comportamientos y nuestras acciones, más allá de los rituales religiosos creados por los hombres.
Existen falsos científicos y también falsos profetas. Lo importante es lo que tengas en tu espiritu y tu corazón y la libertad de tu propia elección.
En nuestra Fe en Dios se requiere tener lucides para saber por qué existe y la tenemos; mantener control de nosotros mismos para practicar la doctrina elegida correctamente en forma responsable (ya que Dios no cambia las consecuencias de lo que hacemos); y ser libres para disfrutar de este amor sin sentir obligación de ningún tipo, sino por nuestra propia convicción interna.
Que Dios nos bendiga siempre…