Quien no alimenta continuamente su espíritu puede volverse débil frente a las tentaciones de la irracionalidad humana.
Es sorprendente cómo muchos caen en la debilidad de la tentación de robar, cuando administran los dineros de otros. Por eso existe la corrupción.
Si ponemos al dinero como el principal fin, lo elevamos a un nivel en el cual no nos importa nada sino obtenerlo a toda costa, convirtiéndonos en sus esclavos, para luego ser capaces de robar, dañar, destruir a los demás con tal de tener el poder del dinero.
El dinero es un medio, no un fin.
Es imposible ser un ciudadano limpio de espíritu y recto de proceder, si cometemos delitos producto de nuestra irracionalidad.
Ser humano requiere de reflexionar continuamente sobre nuestro accionar.
Muchas veces por no centrarnos en el equilibrio, nos convertimos en seres conflictivos.
Ser coherentes con pensamiento, palabra y obra requiere de fuerza de voluntad, de convencimiento, de Fe y sobre todo de mucho Amor por nosotros mismos, nuestras familias, nuestra comunidad y nuestro planeta.
Muchas veces somos muy incoherentes. Decimos que debe haber justicia y cuando creemos que nadie nos ve, violamos los principios de unidad y respeto por los demás.
La respuesta sobre cómo debemos proceder en la vida está en los valores espirituales que sirven de base para los valores humanos.
Es terrible ver como las cúpulas del poder adaptan las leyes a su conveniencia individual sin importarles el beneficio o el daño para la mayoría.
Mientras más alto estés en la escala de la jerarquía del poder, más responsable eres de las decisiones que se tomen porque afectas a mucho más gente.
Los verdaderos líderes deben ser elegidos con base en su transparencia y su trayectoria de servicios y no con base en su capacidad de manipulación y corrupción.
Los falsos líderes se expresan con frases estudiadas para manipular a los más vulnerables con base en el populismo y el nacionalismo.
Los verdaderos líderes no necesitan acudir a discursos populistas sino que se enfocan en el deber ser con base en los resultados que han obtenido con su propio proceder y con su formación profesional y su entrega por el servicio a los demás.
Los verdaderos líderes educan con su propio ejemplo.
Los líderes manipuladores lavan el cerebro de los que los escuchan hablando mal de cómo lo han hecho sus contrincantes, en lugar de decir cómo lograrán el progreso con base en sus propios resultados y con base en las realidades posibles con esfuerzo, usando idealismos que la mayoría anhela pero que no saben cómo lograr.
Un verdadero líder dice lo que hay que hacer con mucha responsabilidad aunque a algunos no les guste, pero siempre buscando el beneficio de la mayoría.
Un líder manipulador dice lo que la gente quiere escuchar aunque sepa que todo son mentiras y que usará su cargo para vaciar todo lo que pueda a su favor sin importarle lo que sufrirán todos los demás.
Una persona sin integridad ni valores espirituales y humanos es quien dice frases como “a mi que me pongan donde haya que agarrar”. A cuántos hemos conocido así?
El que es capaz de robar cuando tiene acceso a lo poco, será mucho peor cuando tenga acceso a administrar lo mucho.
Dichoso aquel que al no tener mucho vive en libertad.
Desdichado es aquel que vive para construir riqueza personal porque será esclavo de la defensa de esa riqueza teniendo miedo de perderla.
Quien vive apegado a lo material no puede ser libre, no puede ser transparente, no puede ser un verdadero líder con bases espirituales y de entrega por el servicio a los demás.
Nos hacen falta líderes limpios de corazón, transparentes, con agendas abiertas, sin falsos comportamientos, con resultados reales, con coherencia entre sus pensamientos, sus palabras y sus obras.
Dichosos aquellos que trabajan día a día para ganarse el pan, sin maltratar ni humillar a los demás, respetando las leyes y no manipulandolas a su favor.
Dichosos los que saben perdonar y no pecan más.
Que Dios nos bendiga a todos.